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         CaixaNova adquiere grabados de Dalí.


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Grabado de Dalí, de la Divina Comedia Grabado de Dalí, de la Divina Comedia
Vigo, 6 de julio de 2007.- Caixanova acaba de adquirir una de las obras gráficas más importantes del genial artista catalán Salvador Dalí: las ilustraciones de la Divina Comedia (1960), cien xilografías que, junto con los treinta aguafuertes de los Cantos de Maldoror del Conde de Lautréamont (1934) y las doce litografías para Don Quijote de la Mancha (1957), constituyen su obra culminante en el ámbito de la ilustración, un terreno en el que el artista llega a realizar hasta quince series distintas de grabados.
Estas obras recientemente adquiridas pasarán a incrementar los fondos de la Colección Caixanova, que cuenta ya con 5.000 trabajos de importantes artistas gallegos, nacionales e internacionales. Muchos de ellos se pueden visitar de forma gratuita en el Espacio Colección Caixanova, ubicado en las instalaciones del Centro Social Caixanova en Vigo.
Salvador Dalí (Figueras, 1904-1989) es sin duda una de las figuras más conocidas de la pintura surrealista y de las vanguardias internacionales que se desarrollaron en el siglo XX, con una obra que acabó marcada por su adscripción al grupo surrealista de André Bretón y por el conocimiento de Gala –su compañera permanente- en 1929, acontecimiento decisivo en su vida y en su obra. Una vida y una obra que están fuertemente influidas por la huella de las teorías freudiana, el estudio del subconsciente y la aplicación del método paranoico-crítico.
La divina comedia de Dalí hay que situarla en el contexto de la evolución del pintor, que desde los años cuarenta estaba ya totalmente apartado del grupo surrealista. Tras su marcha a Estados Unidos comienza una época marcada por el misticismo, que va a mostrar en el Cristo de Port Lligat (1949), en el Cristo de San Juan de la Cruz (1951) y en las ilustraciones de La divina comedia, algunas de sus creaciones más relevantes.
La obra de Dalí de este periodo conserva el indiscutible virtuosismo que ya había manifestado en su etapa de adscripción al surrealismo, pero ahora el pintor acentuará el efectivismo y recreará los grandes maestros del Renacimiento y del Barroco en clave surrealista, como es el caso de Rafael, Piero Della Francesca, Vermeer, Velázquez, Zurbarán o Miguel Ángel, que son referencias de múltiples obras del artista y cuyos temas retomará de modos diversos.
La influencia de la pintura italiana del Renacimiento, el impacto del lanzamiento de la bomba atómica y el misticismo religioso están muy presentes en su obra de este momento, que se expresa con claridad en su Manifiesto Místico (1951), una expresión clara de una evolución por la que se llega a declarar exsurrealista y que tendrá su concreción en obras de carácter sacro, entre las que destacan las 100 xilografías de La divina comedia, realizadas con una composición de colores en una plancha.
Como es bien conocido, la Divina Comedia es una de las obras más importantes de la literatura universal, escrita en romance italiano por Dante Alighieri (1265-1321) entre 1307 y 1321. Dividida en tres partes: “Infierno”, “Purgatorio” y “Paraíso”, cada parte está a su vez compuesta de 33 cantos, excepto el infierno que tiene 34. En la obra, Dante, conducido por el poeta latino Virgilio, recorre los nueve círculos del infierno, y llega a la cumbre del purgatorio donde se reúne con su amada Beatriz que le va a acompañar hasta el paraíso.
Las ilustraciones del pintor catalán muestran aspectos de Dante en su recorrido por el infierno, donde es detenido por la lujuria, la soberbia y la avaricia. Beatriz, su gran amor, envía en su ayuda al poeta Virgilio que le guía por donde moran los seres atormentados, embarcando después hacia el purgatorio para llegar, al final, a la contemplación celestial.
Salvador Dalí capta esa calidad visualmente cinematográfica que tiene el texto de Dante e ilustra pormenorizadamente este viaje como una ascensión mística, realizando 100 xilografías a color en las que el pintor juega con una multiplicidad que contrasta con el preciso estudio de las representaciones humanas, como se puede observar en los pliegues clásicos de sus figuras. Sigue, pues, el pintor, la descripción de los motivos narrativos del poema de Dante y las recrea en su característico lenguaje realista que da forma corporal a lo espiritual.
La divina comedia de Dalí es una obra de enorme poder visual y de desbordante imaginación, en la que no se elude el dramatismo que presentan las desgarradas figuras que pueblan la obra de Dante. Dalí consigue captar en sus grabados muchos de los aspectos  centrales del texto de Dante, alcanzando una intensa identificación con el autor de esta gigantesca metáfora del sufrimiento y de la redención.
Dalí sabe leer con enorme creatividad en este “alfabeto compartido de la razón y del reconocimiento” que es para Georges Steiner el libro de Dante, consiguiendo una personal interpretación de una de las obras clave de la cultura occidental.