Javier Garaizábal Fontela, textos críticos
Javier Garaizábal Fontela
"Una de arena y dos de cal en mi palabra"
Pintura de Garaizábal
La Galería de arte «Obelisco», atenta siempre a los valores artísticos gallegos, presenta obra reciente del pintor Garaizábal. Óleos trabajados con delicadeza y austero color, como si pretendiese mantener la tonalidad menor propia del alalá, una de nuestras características formas musicales.
Pintura realista, a la que parece dolerle toda materia, soñando con abstraerse y sublimarse.
La expresión de Garaizábal abarca una amplia motivación que va desde el cuenco con frutas o el recogido rincón familiar, hasta la mar tendida e instituida en única protagonista. O el trozo de naturaleza, con niña o mujer incorporada, hecha paisaje. Siempre ese tibio sentido de musicalidad, tantas veces proclamado por Hindemith para el máximo disfrute espiritual.
Ciertamente Garaizábal se afana menos en representar la realidad que lo circunda, que en ofrecernos su visión íntima, su intensa ilusión ante esa realidad exterior. Quizá aquí asome la esencia del expresionismo. Y en verdad que, por su virtud de artista, de la percepción de esa realidad extrae otra nueva, con distintas calidades y diversos valores estéticos y artísticos: suma de veladuras, gradaciones y matices, ritmos coloreados, larga pincelada huidiza, espacio... En definitiva, la realidad asumida y expresada según el particular dictamen de la cultivada sensibilidad de Garaizábal.
Pintura de Garaizábal
La Galería de arte «Obelisco», atenta siempre a los valores artísticos gallegos, presenta obra reciente del pintor Garaizábal. Óleos trabajados con delicadeza y austero color, como si pretendiese mantener la tonalidad menor propia del alalá, una de nuestras características formas musicales.
Pintura realista, a la que parece dolerle toda materia, soñando con abstraerse y sublimarse.
La expresión de Garaizábal abarca una amplia motivación que va desde el cuenco con frutas o el recogido rincón familiar, hasta la mar tendida e instituida en única protagonista. O el trozo de naturaleza, con niña o mujer incorporada, hecha paisaje. Siempre ese tibio sentido de musicalidad, tantas veces proclamado por Hindemith para el máximo disfrute espiritual.
Ciertamente Garaizábal se afana menos en representar la realidad que lo circunda, que en ofrecernos su visión íntima, su intensa ilusión ante esa realidad exterior. Quizá aquí asome la esencia del expresionismo. Y en verdad que, por su virtud de artista, de la percepción de esa realidad extrae otra nueva, con distintas calidades y diversos valores estéticos y artísticos: suma de veladuras, gradaciones y matices, ritmos coloreados, larga pincelada huidiza, espacio... En definitiva, la realidad asumida y expresada según el particular dictamen de la cultivada sensibilidad de Garaizábal.
Laureano Álvarez. La Voz de Galicia, 9/6/1991